7.5.10

La vida sigue


Hoy, aproximadamente a las trece horas y treinta minutos, una compañera de trabajo me ha dicho que un excompañero de trabajo había fallecido. Hace 25 años, año arriba, año abajo, habíamos coincidido en el mismo lugar de trabajo. Sólo estuve trabajando un año en el mismo centro, pero fue suficiente para que su personalidad quedará grabada en mi memoria. Un gran profesional y una buena persona. Era joven. 53 años.

A la tarde, después de asistir al funeral en el barrio baracaldés de Cruces y tras haber cruzado unas breves palabras con compañeros de trabajo de aquel centro, me he dirigido a casa. He cogido el metro de forma apurada. Casualidades de la vida. En el mismo vagón y delante de mí iban una madre y su hijo/a en un cochecito. ¿Edad de la "criatura"? Muy pocos meses. !Qué contraste de pensamientos en tan breves momentos se pueden generar al contemplar y vivir situaciones tan dispares¡ Pero, reitero, casualidades de la vida, tras apearse esa madre junto con su hijo/a en una parada del metro, en esa misma estación se ha introducido otra madre con su hijo, aunque éste era un poco más mayorcito. Éste con su mirada escrutaba y giraba la cabeza a un lado y a otro. Estaba deseoso de ver, de experimentar nuevas vivencias, aunque no pudiera expresarlas verbalmente. Sin embargo sus ojos y balbuceos eran altamente significativos.

En escasamente una hora la vida en su ausencia y en su presencia más joven me han hecho reflexionar e impulsado a escribir unas palabras para recordarme que la vida es superior a nuestra individualidad y que continúa hacia adelante. En muchos casos sin la presencia de personas queridas, estimadas.