19.2.06

Titulares del 19-2-2006

Cuando uno accede a informarse a través de un medio de comunicación escrita y se decide a seleccionar un titular significativo aparecido en aquél oportunidades encuentra varias. En este caso decido elegir un titular de carácter económico.
"Rebajas bancarias para el buen cliente" reza uno de los titulares en el suplemento Negocios del dominical de un periódico de edición nacional. Leyendo con detenimiento la noticia se recoge "(...)se esconde la intención de las entidades de quedarse sólo con los clientes que les resultan rentables: los que domicilian su nómina o pensión. Además, se pretende que los clientes que no son objetivo abandonen la entidad.
Indudablemente las entidades bancarias, al igual que otras empresas, se constituyen para lo que se constituyen: obtener beneficios. Ahora bien, la falta de impudicia, como queda reflejado en el texto reseñado, ha sido el matiz diferenciador a la hora de decantarme por esta noticia.
Me recuerda el cartel situado, antiguamente, en algunos establecimientos hoteleros a su entrada indicando o sugeriendo la posibilidad de no ser admitido en dichos locales.

17.2.06

Los miércoles a las 17:30

Han transcurrido unos años, bastantes, aunque para el desarrollo narrativo de este texto no es esencial reflejarlos. No recuerda con exactitud a partir de qué edad concreta empezó a ir, pero sí recuerda que la cita era a las cinco y media de la tarde. Los miércoles. No era el único aliciente, estímulo, recuerdo a guardar en su baúl memorístico y extraerlo más adelante. Pero, hoy, al escuchar un tema musical mientras recogía la mesa de la cocina, había decidido vivenciarlo en su magín.
Tras dejar la cartera, asearse y oír los consabidos consejos paternales, acompañado de su hermano se dirigía a la esperada cita semanal. Todavía disponía de treinta minutos para pasar por la casa de un amigo y llegar puntualmente a la cita. Para ello debía cruzar una carretera regulada por semáforos que dividía y divide el barrio en dos zonas bien delimitadas.
Tras diez minutos de frenética carrera o de paso acelerado, la cita se le hacía presente. Su cita era el cine. Cuando llegaba al cine, la taquilla estaba abierta, esperando a los ansiosos espectadores que recogieran su entrada. Junto a la puerta de acceso, en una esquina una señora sentada en una silla plegable de madera con su correspondiente cojín ofrecía regalices, pipas, cacahuetes, gominolas... Afortunadamente siempre había en su bolsillo alguna moneda, alguna peseta, que le posibilitase comprar alguna chuchería.
Después de entregar el ticket a un empleado, al no ser numeradas las entradas, la mayoría de las veces corría para encontrar la butaca más idónea para poder disfrutar en las mejores condiciones posibles de la película. El cine solamente disponía de una sala de butacas colocadas en un plano inclinado. Normalmente, se sentaba en la parte alta de la sala, donde podía divisar todo el patio de butacas.
Antes de que las luces de la sala se apagasen, las pipas ya habían sido devoradas para a continuación centrar sus ojos en un solo punto: la blanca pantalla.
Luego, ya se sabe. Persecuciones, disparos, toques de corneta, flechazos, besos, gritos, aullidos, tortazos, equívocos, risas, ... un sinfín de situaciones y emociones que paulatinamente grabaron inconscientemente en su memoria la ilusión y deseo de volver a acudir a cuantas citas similares le propusiesen en su futuro.

11.2.06

Libros

Este fin de semana todas aquellas personas que deseen podrán comprar o en su defecto empezar a leer un nuevo libro. Su autor, ¿quizás también a partir de ahora escritor?, es un ex-comisario. Ex-agente, cuyo nombre fue fuente de noticias en años pretéritos por actos, por utilizar un término impreciso pero a la vez sugerente, turbios.
En los próximos meses se podrá comprobar la repercusión, mediática y no mediática de la edición de dicho libro. Al igual que puede generar ciertas reacciones hostiles en algunos círculos políticos y periodísticos, puede quedar arrumbado en un trastero y algún día, cuando nos acerquemos a alguna feria del libro de ocasión, podamos recordar su paso efímero por el mundo editorial.
Cuando tuve conocimiento de su inminente edición, me quedé sorprendido. Me explico.
Indudablemente, es constatable, hoy día se editan muchísimos libros. Si nos acercamos a una librería o a una feria del libro, tenemos la oportunidad de comprobar el sinfín de libros esperando ser acogidos en unas algunas manos ansiosas y ojos curiosos. Libros, de todo y para todos.
La capacidad humana para reproducir por escrito todo lo inimaginable es infinita y, por lo que se ve, inagotable.
Antes, la autoría de los libros editados revelaba, en su mayoría, proximidad, cercanía por ser escritores sus autores. Su modus vivendi era y seguirá siendo siendo la escritura, independientemente de la complicidad obtenida en el público lector.
Ahora, sin menoscabo de la libertad de expresión y de edición, la relación de autores/autoras, bajo cuyos nombres aparecen publicados un sinfín de libros, es amplísima. Están deseosos de cumplir la trilogía existencial: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
¿Todos podemos escribir libros? ¿Todo puede(debe) ser publicado?

4.2.06

El coleccionista

Esta mañana al entrar a la panadería y dirigir su vista hacia una pila de DVDs el panadero le informó:
- Mañana, si compras El Correo, te regalan el primer DVD. Es una colección de 11 DVD para aprender inglés.
Tras coger el pan y agradecerle la información, salió de la panadería y enfiló hacia casa.
Había dejado de hacer colecciones. No hace mucho, pero había tomado esa decisión porque si no, algún día tendría que tomar otra decisión más apremiante e inviable: comprarse otro piso para poder vivir ya que eran tantas las colecciones acumuladas en su piso que apenas tenía espacio para poder hacer la comida y dormir. De asearse, ni hablar. Entre la visión, la contemplación, la lectura, el recuento... de todas las colecciones acumuladas desde su infancia hasta el día de hoy, el tiempo de ocio era inexistente.
A partir de una fecha, no precisa, había decidido dejar de ir al trabajo, pero no porque no quisiera trabajar, sino porque había, también, cambiado de trabajo. El ocio era su trabajo.
Cuando, siendo niño, empezó a tener en sus manos los primeros cromos de los futbolistas de la Liga 65-66, todavía no pensaba en el futuro. No sabía qué iba a ser el día de mañana. Su única preocupación era completar todos los equipos de primera y segunda división que conformaban el álbum. Gracias a la paga que recibía de sus padres y los cromos ganados, sudorosamente, en juegos infantiles, iba completando la colección. Una vez pegados, los que había podido conseguir, en el álbum, los contemplaban anhelando acabar cuanto antes dicha colección para poder comenzar otra colección que ya estaba esperándole al acecho. El motivo, el tema de la próxima colección le era indiferente: había entrado a perfilar su futuro.
A medida que fue creciendo y la sociedad le fue posibilitando nuevas colecciones, el coleccionista fue diversificando sus colecciones: cromos, chapas, envases, sellos, monedas, tickets de entradas de cine y de teatro, discos-vinilos y CD-, aeromodelismo, camiones, tractores, coches clásicos y modernos, jabonetas-algunas recogidas de los servicios de los hoteles frecuentados-, tarjetas postales, botellas de vino, coleccionables de la Historia de España, coleccionables de la Historia del Arte, coleccionables de escritores vascos del sigo XX, fotografías de las grandes musas del cine, ... vamos, inacabable.
Fue tal la cantidad de colecciones realizadas y la cantidad de productos singulares que formaban cada colección, que empezó a recibir llamadas de congresos y exposiciones requiriéndole su presencia para que expusiese sus colecciones y disertase sobre las características del motivo de la misma. Se había convertido en un referente del mundo del coleccionismo.
También, lógicamente, con el paso del tiempo, después de haber coleccionado relaciones fracasadas, se había casado con una mujer encantadora y paciente. Ésta, antes de darle el sí formal o matrimonial, ya conocía ese interés de Jacinto por el mundo del coleccionismo, pero... lo que no haga el amor, no lo hace nada ni nadie. Incluso, mujer complaciente, empezó a compartir y ayudarle en las tareas emprendidas por su marido: cuando tenía conocimiento de la existencia de un objeto digno de la colección de Jacinto en un punto determinado de la península, allí que se dirigía a satisfacer los deseos y caprichos de su marido.
Sin embargo, un día, sin que hubiese mediado ninguna discusión matrimonial ni ninguna amonestación u observación por parte de Carlota, así se llamaba su mujer, él al despertarse y observar que ella estaba despierta le dijo:
- Sabes, Carlota, a partir de hoy voy a dejar de hacer colecciones.
Su mujer, oyó muy bien lo que le había dicho:
-¿Por qué has tomado esa decisión sin consultármela?
- No te has dado cuenta que llevo un par de semanas que no voy a trabajar

2.2.06

Volver a empezar

No es broma. Antes de publicar esta entrada, acababa de terminar de redactar otra titulada "Crema de Esaú". Hacía mención a un plato ofrecido el pasado día 2 de febrero en la Escuela de Hostelería de Santurtzi. Pero al terminar de redactar dicho texto y tratar de publicarlo, pude comprobar que, por más que lo intenté, no pude hacerlo. Resumiendo, que perdí el texto elaborado.
En esta ocasión si no surge ningún contratiempo, espero poder hacerlo. Muchos de vosotros, posibles lectores de esta entrada, ya conocéis la historia de Esaú. Éste era el hijo primogénito de Isaac y un día al regresar de caza a su casa se encontró con Jacob que había terminado de preparar un plato de lentejas. Le planteó: cambio de derechos de primogenitura por el plato de lentejas. Más no sé. No sé si Jacob aceptó o no.
Inicialmente crema de Esaú no fue el plato elegido por algunos de los que asistimos a dicha Escuela para comer un menú, pero ante la observación hecha por una empleada del local, unos decidimos cambiar de plato. Hoy día muchos restaurantes, sobre todo los nuevos, ofrecen a sus clientes cartas difícles de calificar. De entrada, la terminología empleada hace que empieces a preguntar a tirios y troyanos:
- ¿Alguien sabe que es ...? ( puntos suspensivos a rellenar por el posible lector o la posible lectora)
- Creo ... no sé... me parece...
Al final terminas preguntando al responsable de la mesa o pecando de atrevido te decides por un plato o por varios. Después de unos breves - o no tan breves porque dichos platos con esos nombres requieren una sofisticada elaboración- minutos llega el plato y nada más ingerir la primera cucharada, todos los que hemos cambiado de plato llegamos a la misma conclusión: es ...
Lo hemos comido casi desde niños, lo seguiremos comiendo muchas veces más, pero a partir de ahora algunos ya no comeremos puré de lentejas, sino crema de Esaú.