11.2.06

Libros

Este fin de semana todas aquellas personas que deseen podrán comprar o en su defecto empezar a leer un nuevo libro. Su autor, ¿quizás también a partir de ahora escritor?, es un ex-comisario. Ex-agente, cuyo nombre fue fuente de noticias en años pretéritos por actos, por utilizar un término impreciso pero a la vez sugerente, turbios.
En los próximos meses se podrá comprobar la repercusión, mediática y no mediática de la edición de dicho libro. Al igual que puede generar ciertas reacciones hostiles en algunos círculos políticos y periodísticos, puede quedar arrumbado en un trastero y algún día, cuando nos acerquemos a alguna feria del libro de ocasión, podamos recordar su paso efímero por el mundo editorial.
Cuando tuve conocimiento de su inminente edición, me quedé sorprendido. Me explico.
Indudablemente, es constatable, hoy día se editan muchísimos libros. Si nos acercamos a una librería o a una feria del libro, tenemos la oportunidad de comprobar el sinfín de libros esperando ser acogidos en unas algunas manos ansiosas y ojos curiosos. Libros, de todo y para todos.
La capacidad humana para reproducir por escrito todo lo inimaginable es infinita y, por lo que se ve, inagotable.
Antes, la autoría de los libros editados revelaba, en su mayoría, proximidad, cercanía por ser escritores sus autores. Su modus vivendi era y seguirá siendo siendo la escritura, independientemente de la complicidad obtenida en el público lector.
Ahora, sin menoscabo de la libertad de expresión y de edición, la relación de autores/autoras, bajo cuyos nombres aparecen publicados un sinfín de libros, es amplísima. Están deseosos de cumplir la trilogía existencial: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro.
¿Todos podemos escribir libros? ¿Todo puede(debe) ser publicado?