13.5.07

Borrachera de poder

Coincidiendo en el tiempo con la proyección en los cines de la última película de Claude Chabrol, Borrachera de poder, comenzó la campaña electoral para las elecciones municipales, autonómicas y forales de las distintas comunidades autónomas de España. Todavía no he visto la película, pero su título es demasiado sugerente y es evidente que el término poder y sus derivaciones son consustanciales al ser humano. Poder leer un libro. Poder levantarse de la cama. Poder hablar. Poder andar. Son breves muestras de las inagotables posibilidades del poder y de las satisfacciones circunscritas a nuestra persona. Ahora bien, si dicho poder se traslada a un entorno fuera de nuestro yo, la megalomanía alcanza sus mayores cotas.
¿Hay alguna persona que no haya sentido el deseo de poder, aunque dicho poder se haya limitado a un espacio tan reducido, como puede ser el familiar? El mando a distancia, televisivo, ¿no es poder y no genera "desavenencias" familiares, algo tan simple como decidir qué programa ver, por el poder?
Al igual que nos recuerdan en algunas campañas publicitarias para reducir los accidentes de tráfico- "si bebes, no conduzcas"- la peligrosidad que encierra la bebida alcohólica, no está de menos que tengamos presente las consecuencias que puede generar un uso excesivo e incontrolado del poder en nuestras vidas y en las ajenas.